A todos se les dijo que no tocaran a este gato, pero un hombre no escuchó
Un hombre dijo que todo el mundo conocía a Feo en el apartamento donde vivía. Feo era amante de tres cosas: Comer, Pelear y Basura.
Feo era una combinación de todos estos factores y una vida vivida a la intemperie. Sólo tenía un ojo y el agujero donde debería estar el otro. Su pie izquierdo estaba muy fracturado y le faltaba la oreja derecha del mismo lado. Tenía una cicatriz en un ángulo inusual que hacía que pareciera que se doblaba constantemente. Su cola se había perdido hacía tiempo, dejando tras de sí un pequeño muñón que se movía y retorcía.
Feo era siempre el primero en ser notado por cualquiera. Le advertían que no se dejara tocar por los niños. Para ahuyentarlo, los adultos le tiraban piedras y utilizaban una pipa. El feo tenía la misma reacción. Se quedaba allí hasta que el cruel desconocido le dejaba en paz con las pipas y las piedras.
Se acurrucaba a sus pies y mostraba su perdón si le tiraban objetos a la cabeza. Empezaría a chuparte la camiseta, las orejas y cualquier otra cosa que encontraras, en cuanto lo cogieras.
Feo era un vecino amable y compartía su amor con los huskies. Fue gravemente mutilado y no respondieron.
Oí sus gritos desde mi piso y corrí a rescatarlo. Ya estaba tumbado boca arriba, lo que indicaba claramente que su miserable vida estaba llegando a su fin. Temiendo que mi contacto le causara dolor, lo llevé a casa. Oía cómo jadeaba y se retorcía. Pero entonces, experimenté una sensación familiar. El feo me estaba chupando las orejas. Lo acerqué y me estrechó la mano.
Oí el ronroneo mientras volvía sus ojos dorados hacia mí. Feo era la criatura más cariñosa y hermosa que había visto nunca. Feo murió en mis brazos, pero lo sostuve un rato, preguntándome cómo un callejero tan diminuto, deforme y lleno de cicatrices podía alterar mi visión de la pureza de espíritu. De amar tan completa y sinceramente.
Feo me enseñó más sobre la compasión y la entrega de lo que podrían enseñarme mil libros, conferencias o tertulias.
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Esta historia apareció por primera vez en fsrn.info