«Llévame de aquí»: la súplica desesperada de un perro que busca una familia

Cane Royal ha perdido la fe en los humanos. Durante años se ha visto obligado a vivir en un lugar que no le pertenece, del que le gustaría escapar.

Tiene cinco años, pero en su cuerpo lleva las marcas de tanto sufrimiento y dolor. Sus ojos están cansados por haber pasado una vida en una jaula obligada a soportar inviernos duros y veranos bochornosos. Hablamos de un hermoso perro llamado Royal que lleva dos años viviendo recluido dentro de una caja, un lugar que drena todas sus esperanzas. Su historia deja huella.

El perro Royal ha perdido la confianza en los humanos, ya no puede estar en su jaula

Durante tres años ha vivido rodeado de hormigón mientras la tristeza y el aburrimiento siguen envolviendo su alma visiblemente probada. Cuando entró en aquel lugar frío y sin calor, pensó y esperó que lo abandonaría pronto. En cambio, sus ideas eran sólo una ilusión. A partir de ese momento, su único atisbo de luz, lo vislumbró en el rayo que penetraba por la rendija de la puerta enrejada, a través de la cual, un limpiador pasa la comida.

Es una escena que se ve obligado a presenciar todos los días, sin tener la oportunidad de transformarla. De hecho, para él, todos los días parecen iguales y pasan sin tener el más mínimo cambio. Era como si el pequeño peludo sintiera una especie de indiferencia y apatía hacia todo lo que le rodeaba, como si nada representara un motivo de felicidad. Sin embargo, de repente, de forma totalmente inesperada, algo en su interior cambió.

Esta sensación se produjo cuando los miembros del refugio quisieron comprobar el microchip del peludo. En ese momento, se sintió amado y apreciado como si hubiera despertado de un estado de profunda inconsciencia. Sin previo aviso, empezó a mover la cola, intentando comunicar de todas las formas posibles su alegría y gratitud. La lectura del artilugio era una muestra del interés de la gente por él, un gesto que transmitía mucho valor y ganas de vivir.

Este pequeño detalle es suficiente para darse cuenta de la importancia de cada gesto hecho con amor. Gracias a su atención, el pequeño perro peludo pudo ser conducido con correa, una clara señal de confianza en ellos. Ese día, el cuadrúpedo observó a sus compañeros, deseoso de que lo miraran y lo sacaran de ese lugar.

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